Hace unos meses en el diario El Plural, se publicó un artículo titulado “De princesa a ingeniera: ayuda a tu hija a desarrollar todo su potencial”.
Y se abría con un dato preocupante: en EEUU solo el 14% de los nuevos licenciados en ingeniería son mujeres. Y estamos hablando de un país en el que, con mucha probabilidad, la próxima presidente sea una mujer.
En España en 1975 solo el 2% de las universitarias elegían una carrera técnica, en el 2011 el porcentaje era del 8%, incluyendo también la facultad de Arquitectura (fuente: Revista Ingeniería Industrial).
Buscando en Google España la palabra “ingenieras”, el primer resultado con adjetivo que sale es “ingenieras guapas”. No creo que haga falta comentar el dato.

Durante mis estudios de Doctorado en Relaciones de género, una de las profesoras nos explicó que el estereotipo que quiere las mujeres de “letras” es tan fuerte que, desde primaria, a las niñas se les exige menos en matemáticas como si no fuera algo para ellas. Y una antigua alumna del doctorado, ingeniera, había escrito su tesis sobre el machismo en su facultad, no solo por parte de los compañeros, sino por parte de los propios profesores que excluían a las pocas alumnas de las actividades académicas que ellos consideraban reservadas a los hombres.
No hay ninguna evidencia científica de que el cerebro de una mujer no esté preparado para estudios técnicos, obviamente cada una tendrá sus preferencias pero eso no explica la escasez de licenciadas en ingeniería o física.
Vestir a las niñas con ropa y zapatos “bonitos” que no les permiten jugar y moverse en libertad, comprar para ellas solo y exclusivamente cocinas rosas y kit de maquillaje, muñecas y kit de limpieza no ayuda. Ni ayuda repetirles desde pequeñas que son princesas, que son preciosas, que las niñas son dulces, no gritan y “se comportan”.
Mi hija está viviendo su «fase princesil», en la cual le encantan los disfraces de princesa pero también los de astronauta y de pirata. Poquito a poco va descubriendo su personalidad y, por el respeto que se merece como ser humano en formación, dejamos que vaya probando y explorando, intentando no condicionar sus decisiones.
Volviendo al tema de los juguetes citados en el artículo, en 2012, a través de un crowfunding, se lanzó al mercado el que fue denominado el primer juguete para niñas ingenieras, de la marca Goldie Blox. Una idea admirable, sin duda.
En ese momento estaba embarazada y ya sabía que iba a ser niña, por eso buscaba para ella juguetes sin estereotipos y esa fue una de mis primeras opciones. El juguete en aquel momento no se podía conseguir en España y su precio elevado (con los gastos de envío desde EEUU llegaba a costar unos 100 euros) me echó para atrás y me permitió reflexionar sobre este juguete.
La primera caja que se comercializó fue la Spinning Machine, donde hay que construir un sistema mecánico conectado entre sí por una cinta. Todo genial si no fuera que el juguete está lleno de muñequitos y lacitos rosa que, según sus creadoras, llaman la atención de una niña.

Es como decirle: ya que eres hembra, te disfrazo la ingeniería de rosa y te pongo un perrito de ojos tiernos y un osito con corbata para que sea apto para ti.
Pero el juguete por lo general tuvo una acogida bastante buena, tanto que a la primera caja siguió una segunda, la Parade Float con la cual la situación no ha mejorado mucho, aunque el rosa haya sido sustituido por un tenue color violeta.

Este año para Navidad, uno de los regalos de Anna Laura ha sido un juguete con el mismo mecanismo pero de verdad sin estereotipos y que recomiendo encarecidamente porque, además de ser muy entretenido, permite desarrollar la psicomotricidad fina y el pensamiento lógico. Es de la marca Quercetti.
Además existen versiones adaptadas para distintas edades, de menor y mayor dificultad.

En el artículo de El Plural que cité al principio se hace referencia también a juguetes de Leapfrog, marca estadounidense de renombre, que nos regalaron y volvimos a regalar porque en casa preferimos evitar los juguetes
con pilas que, sobre todo en los primeros años, limitan la imaginación de l@s niñ@s y condicionan su forma de jugar, además de sobrestimularlos innecesariamente.
con pilas que, sobre todo en los primeros años, limitan la imaginación de l@s niñ@s y condicionan su forma de jugar, además de sobrestimularlos innecesariamente.
Y también se habla de Lego, uno de los pocos juguetes no sexistas, que relativamente hace poco ha puesto en venta una línea para niñas de la cual sinceramente no sentíamos la necesidad.
Para niñ@s más mayores aconseja los de BQ, entre los cuales se halla un kit para construir un robot sencillo u otro más avanzado. Y en este caso sí la autora del artículo me encuentra de acuerdo, porque se trata de verdad de juguetes sin marcas de género.
