
¡Bonita es la vida!
Ana Eulate (Autora), Nívola Uyá (Ilustradora)
Ed. Cuento de luz
+5 años
Es la historia de Violeta, una niña de grandes ojos oscuros, que vive en un lugar remoto de África, en la frontera con Uganda, en un poblado de casitas donde hay poco: unas cuantas cabras y poca comida.
Pero una calurosa noche de verano le ocurre algo maravilloso: encontró a una jirafa con alas que la llevó a explorar su continente.

«Hay tanto que aprender,
tanto por descubrir,
tantos sueños por realizar…
¿Saben que existe para cada persona una jirafa con alas,
dispuesta a hacerles explorar su país, su continente, su universo…
pero sobre todo su corazón?»

Sobrevolaron la sabana, montes, ríos, lagos y también la selva tropical y los bosques de bambú que hacen de África un continente único. Y la hermosura de la naturaleza era tan asombrosa que Violeta se siente invadida por la felicidad.

Pero un comentario de su amiga la jirafa la hace reflexionar: “¿Sabes que existen también lugares donde el arcoiris a veces se destiñe al ver que los niños pierden su sonrisa?”
Pero existe la posibilidad de devolver a los niños su sonrisa y es a través de la solidaridad y la generosidad: los que tengan más pueden compartir sus momentos alegres y “semillas de amor”.
Y, como no, también a través de las cosquillas, un método infalible para que todos, niños y animales, se desternillen de risa.
Un cuento que nos ayuda a descubrir la verdadera belleza que se esconde en nuestro interior.
Un viaje en el corazón de África que al mismo tiempo es un recorrido en el de todos los que todavía creemos en la importancia de sembrar semillas de amor y que queremos seguir escuchando la voz de nuestro niño interior.
Un viaje entre los colores y las atmósferas de un continente que tiene tanto por ofrecer, a través de su gente tan hospitalaria y que nunca deja de luchar por un futuro mejor.

Este cuento está inspirado en un hecho real.
Un misionero que iba en su jeep por los caminos de Pokot, se paró a comprar en un poblado.
Tres chicas aprovecharon para acercarse a su coche y mirarse en el espejo retrovisor del coche; cuando el misionero las vio, le dijo a una de ellas: «Qué bonita eres!» a lo que la niña contestó «Bonita yo no, bonita es la vida!«
Esa joven pokot no sabía leer ni escribir pero sí sabía que lo más bonito que tenemos todos los seres humanos es la VIDA. Esta misma frase, tan cargada de significado, es la que cierra el cuento.

Los beneficios recaudados a través de este cuento son donados a la Fundación Vipeika para llevar a cabo proyectos de nutrición y educación en Turkana y Pokot (Kenia).
El cuento está disponible también en inglés y en suajili.
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