Frasco de la calma: ¿para niñ@s o para padres?

En varias ocasiones me habéis pedido información sobre el frasco de la calma, una idea inspirada en el método de Maria Montessori.
El objetivo de este objeto es que el/la peque, mirándolo, se concentre en el presente y se tranquilice.
Os dejo la receta que ha sido publicada a principio de enero de 2016 en Diario Sur y reinterpretada por mí.
Me alegra ver que algo está cambiando, se nota que la intención es buena, es decir, encontrar métodos respetuosos para acompañar al niño o la niña en una rabieta. Aunque definirlo «milagroso» me parece algo excesivo. Su resultado dependerá mucho del carácter del niño y de la manera en la que el adulto le propone esta actividad.
Para mí todo lo que contrarreste el efecto nefasto de la Supernanny televisiva es bienvenido pero no siempre estos métodos respetuosos se aplican de la forma adecuada.
Hay que saber cuándo entregar el frasco (no aconsejo darlo en plena «crisis», por ejemplo).
Tampoco dejaría que l@s peques los usen a solas, sin que un adulto esté a su lado (siempre y cuando ell@s acepten su presencia) porque pueden vivirlo como un castigo.
Y muchas veces l@s que más necesitan relajarse somos los adultos, solo así podemos ayudar a nuestr@s peques a entender qué les pasa.
Lo más importante de todo es que el/la peque sepa que puede contar con nuestro apoyo, que estamos dispuestos a escucharle y ayudarle.
El frasco non puede sustituir un proceso complejo que pasa por ponerle nombre a la emoción, entender su causa, dialogar y…abrazarse.
La receta original preveía un frasco de cristal, pero aconsejamos que sea de plástico para evitar accidentes.
Ingredientes:
1 frasco de plástico transparente con tapa

Agua caliente
Pegamento líquido transparente
Purpurina (del color que quieras)
Colorante alimentario (del color que quieras)
2 cucharadas de champú infantil transparente o glicerina (la glicerina se vende en farmacias o droguerías)
Cola caliente (o pegamento resistente tipo superglue)

Procedimiento:

 

1. Pon agua caliente hasta casi la mitad del frasco.

 

2. Añade el pegamento líquido hasta que tenga un aspecto más denso. Cuánto más pegamento, más despacio se moverán las purpurinas después.

 

3. Añade 2 cucharadas de glicerina o champú transparente. Y mezcla todo bien. El pegamento y la glicerina se usan para que existan fluidos de diferentes densidades, y que la purpurina descienda de diferente forma y a diferentes velocidades.

 

4. Añade poco a poco el colorante hasta que coja el color que os guste. Mezcla de nuevo.

 

5. Añade la purpurina en la cantidad que desees. Puedes echar purpurinas de varios colores para que tenga un efecto aún más bonito.  Vuelve a mezclar.

 

6. Añade más agua caliente hasta que rellenes el frasco, dejando un dedo de aire para que el contenido se mueva al agitarlo. Vuelve a mezclar.
7. Se pueden añadir estrellitas, incluso las que se iluminan en la oscuridad.

 

8. Cuando el contenido esté listo, pega la tapa utilizando una pistola de cola caliente (o superglue) para que no se pueda abrir.
Te dejo un vídeo explicativo:
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