(Mal)interpretando a Montessori

Las entradas de este blog dedicadas al método Montessori han sido escritas para aclarar dudas de seguidores del blog, que me escribían diciendo sentirse confundidos por determinada información leída en Internet.
Me he visto obligada así a contrarrestar el efecto de algunos posts que circulan por las redes sociales y que difunden información engañosa sobre el método.

Estoy un poco cansada de leer titulares como «San Valentín al estilo Montessori» o «Dejar el pañal con Montessori«. Antes de que me cuenten cómo Maria Montessori aconseja vestirse de nazareno en Semana Santa, quiero decir algo.
Yo no soy guía Montessori pero he leído bastante sobre el método y, más importante aún, he sido educada en un país, Italia, en el que la filosofía Montessori está muy arraigada: desde los años 50 maestros y profesores han sido formados en las universidades según este método que se viene aplicando, en mayor o menor medida, en la escuela pública desde hace años.
Internet es maravilloso: cada uno puede decir lo que piensa pero encuentras de todo y lo contrario de todo, así que antes de seguir a pie juntillas la información que nos llega, hay que verificar la fuente.
No que yo sufra de «titulitis» pero un mínimo de formación pedagógica (y de coherencia) no vendría mal, sobre todo cuando se pretende instruir a l@s demás y/o mostrarse como ejemplo a seguir.
Las traducciones al castellano de blogs estadounidenses adornadas de fotos bonitas no me valen.
Hace unos días compartí en Facebook un artículo de la Psicología Blanca escrito por Mireia Long en el cual exhortaba a los padres a decir «muy bien» a sus hij@s.
Y expresé mi conformidad con lo expuesto por Mireia.
Nos quieren hacer creer que Maria Montessori no aprobaba los halagos a l@s niñ@s, que no hay que valorar el resultado, al máximo solo el esfuerzo, o conseguiremos niñ@s dependientes del reconocimiento ajeno.En realidad todo nace de un artículo escrito por Alfie Khon en mayo de 2000, «Hooked on Praise» («Enganchados a los elogios«), traducido al castellano como: «Cinco razones para dejar de decir «¡Muy bien!«.
Que alguien me explique qué tiene que ver Maria Montessori con todo eso.

Pues mi interpretación es diferente. Un/a niñ@ valorad@ por sus padres será un/a adult@ con fuerte autoestima y no buscará la aprobación de cualquiera de la forma que sea.
Como dice Mireia Long (que, por cierto, es profesora y experta en antropología de la crianza y la educación), no se trata de etiquetarles sino de reconocer cuando logran un objetivo, de hacerles sentir amad@s. Son seres humanos, no robots.
A tod@s nos gusta que l@s demás reconozcan nuestros resultados (sin que eso sea nuestra razón de vida), ¿por qué a un/a niñ@, que todavía está experimentando y formando su personalidad, se lo queremos negar?
Para tener una sana autoestima es fundamental que el/la niñ@ pueda contar con una relación equilibrada con sus padres. Obviamente no se trata de decirle «muy bien» 1000 veces al día, pero tampoco de negarle un momento de satisfacción y demonizar esta expresión.
Por supuesto se puede sustituir con otras expresiones, incluso más amplias, para subrayar lo que valoramos en ese momento o, como dice Kohn, hacerle preguntas al peque para que nos cuente lo que ha hecho y cómo se ha sentido al hacerlo.

El reconocimiento de un objetivo conseguido y compartir nuestro entusiasmo con el/la peque, no tiene nada que ver con el sistema premios/castigos. Ni es una forma de manipular al niñ@.
Y también quiero dedicar unas palabras a otro tema «caliente»: el de la independencia.
Leo a madres que, para seguir las interpretaciones blogueras del método, dejan a sus peques de pocos meses en otra habitación, completamente solos.
Hace pocos días una madre, que había acondicionado el cuarto de su bebé según información encontrada online, preguntaba en Facebook si tenía que acudir a la otra habitación a consolar a su bebé cuando lloraba. ¿El método permite coger en brazos a un bebé desesperado? ¿Qué opinaba María Montessori?
Hemos llegado a eso. Hay gente que, por seguir el supuesto método, pierde de vista el sentido común, su instinto natural y no hace caso ni de estudios científicos que demuestran los efectos negativos del llanto sobre el cerebro de l@s niñ@s. A lo largo de toda la evolución humana hemos dormido acompañados y tener a un bebé cerca durante la noche es lo mejor que se puede hacer, incluso por su seguridad.
Los cachorros humanos necesitan ser muy dependientes para convertirse en adult@s independientes.
La independencia se conquista día a día, es un proceso gradual que tiene que empezar por el/la niñ@.
Me parece genial todo este interés hacia el método Montessori, pero mucho menos que se haya convertido en una moda y que, por ser lo que «vende», lo encontramos hasta en la sopa (literalmente hablando…proliferan las recetas de cocina «al estilo Montessori»).
Pero no se me olvida de que Maria Montessori no crió a su hijo y Mario se enteró de quién era su verdadera madre cuando tenía 15 años. Algo que no muchas de nosotras estarían dispuestas a hacer, fuesen cuales fuesen las circunstancias.Pues lo dicho, a veces es mejor dejarse guiar por el sentido común y hacer menos casos a blogueras y pseudo-expertos (¡por supuesto ni a mí, si lo que os he contado no encaja con vuestra forma de sentir y ver las cosas!).
Y sobre todo, como os aconsejaba en mi primer post sobre el método, para conocer a Montessori, hay que leer a Montessori.

Un comentario en “(Mal)interpretando a Montessori”

  1. Al fin veo algo de cordura en todo esto,no entiendo la.mania de ser literales y obsesionarse con los.métodos sin discrepar o sin razonar en lo que se dice en Internet. Yo no he tenido dudas y aunque me gusta el.método solo aplico algunas cosas pero te doy las gracias por a aclararlo y poner sentido común en todo esto.

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