
Imagina en la cocina
Salvador Ibáñez
Editorial Círculo Rojo
+5 años
En el mundo hay muchas ciudades y ninguna es igual a otra.
Cada ciudad tiene casas diferentes, cielos diferentes, costumbres diferentes.
A pesar de la gran variedad de ciudades y costumbres que hay en el mundo, en la mayoría de las casas, tras levantarse, la gente desayuna. Y suele hacerlo con muchas prisas porque casi todos los días, tras el desayuno, les espera una intensa jornada de trabajo.
Pero sigue habiendo personas que nunca tienen prisa. Cuando se levantan, aprovechan para disfrutar del amanecer, para escuchar el canto de los pajaritos o simplemente se quedan mirando fijamente la cafetera.
El papá del protagonista es una de esas personas que se distrae con cualquier cosa y le encanta mirar cómo se hace el café. El hijo no entiende todos ese interés hasta que su padre comparte con él su secreto: mientras mira la cafetera, empieza a soñar…
Pero sigue habiendo personas que nunca tienen prisa. Cuando se levantan, aprovechan para disfrutar del amanecer, para escuchar el canto de los pajaritos o simplemente se quedan mirando fijamente la cafetera.
El papá del protagonista es una de esas personas que se distrae con cualquier cosa y le encanta mirar cómo se hace el café. El hijo no entiende todos ese interés hasta que su padre comparte con él su secreto: mientras mira la cafetera, empieza a soñar…

Su imaginación vuela y la cafetera se transforma en una hermosa bailarina, en paraguas movidos por el viento, en ruedas de bicicletas y sombreros chinos, incluso en torres de un castillo en el que se encuentra encerrada una princesa, única compañía de un ogro.

Un padre explica a su hijo todas las imágenes que pasan por su cabeza mientras prepara el desayuno. Juntos
emprenden un viaje fantástico, lleno de juegos visuales.
El desayuno para el papá protagonista de este relato es un momento muy especial. Es una de las pocas personas al mundo que no ha perdido la capacidad de disfrutarlo plenamente, gracias a su fértil imaginación que le permite viajar a lugares lejanos sin moverse de la cocina.
El momento de la preparación del café se convierte en un ritual casi mágico y el protagonista se abstrae y proyecta imágenes placenteras que le hacen empezar el día con una sonrisa.
Una bonita costumbre, la de disfrutar del desayuno y dedicar unos minutos a soñar, que podemos compartir con l@s peques, que son verdaderos maestros en el arte de valorar las pequeñas cosas y todavía mantienen intacto su innato talento de usar su imaginación en cualquier contexto.Las delicadas y al mismo tiempo emotivamente intensas acuarelas de Salvador Ibáñez nos trasladan a ese mundo imaginario y nos invitan a soñar junto al protagonista. En ellas prevalecen los tonos marrones y ocre que recuerdan los colores del café, e incluso consiguen transmitirnos su aroma.
emprenden un viaje fantástico, lleno de juegos visuales.
El desayuno para el papá protagonista de este relato es un momento muy especial. Es una de las pocas personas al mundo que no ha perdido la capacidad de disfrutarlo plenamente, gracias a su fértil imaginación que le permite viajar a lugares lejanos sin moverse de la cocina.
El momento de la preparación del café se convierte en un ritual casi mágico y el protagonista se abstrae y proyecta imágenes placenteras que le hacen empezar el día con una sonrisa.
Una bonita costumbre, la de disfrutar del desayuno y dedicar unos minutos a soñar, que podemos compartir con l@s peques, que son verdaderos maestros en el arte de valorar las pequeñas cosas y todavía mantienen intacto su innato talento de usar su imaginación en cualquier contexto.Las delicadas y al mismo tiempo emotivamente intensas acuarelas de Salvador Ibáñez nos trasladan a ese mundo imaginario y nos invitan a soñar junto al protagonista. En ellas prevalecen los tonos marrones y ocre que recuerdan los colores del café, e incluso consiguen transmitirnos su aroma.
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