
José Campanari (Autor), Evelyn Daviddi (Ilustradora)
Ediciones La Fragatina
Unos niños, que son primos, están transcurriendo la tarde en casa de su abuela. El más pequeño de todos, Juan, comenta que el día anterior, él y sus compañer@s habían llevado a la escuela comida para los «trenfugiados«. La abuela le escucha con interés pero las primas mayores no pierden la ocasión de corregirle: se dice refugiados. Pero Juan no se da por vencido e incluso intenta explicar la etimología de aquella palabra: «fugiados» significa mojados porque cuando se suben al tren están mojados.

Alentados por las discretas preguntas de la abuela, l@s niñ@s, uno tras otro, van expresando sus ideas sobre los refugiados. Saben que han tenido que dejar sus casas porque eran «una catástrofe», una catástrofe tan grande que no se puede arreglar ni con una limpieza a fondo. No tienen casas de abuelas a donde ir; ha venido de tierras lejanas, saltando de piedra en piedra.

La abuela lo escucha todo, habla poco y llora preparando los bocadillos. Decide compartir con sus niet@s los recuerdos de cuando era pequeña y algunos vecinos del pueblo que, huyendo de la guerra, del hambre, del frío, se vieron obligados a irse a otro país.

Aquella merienda se transforma en un momento de unión y reflexión para tod@s…
Las guerras y los desastres naturales provocan movimientos migratorios masivos. A millones de personas no les queda otra opción que abandonar sus países, buscando sobrevivir. Pero ¿qué saben de este fenómeno l@s niñ@s que solo lo viven a través de las imágenes de la televisión y de las conversaciones de l@s adult@s? ¿Cómo lo viven? ¿Qué opinan?
En este emotivo álbum, José Campanari y Evelyn Daviddi dan voz a l@s más pequeñ@s sobre un tema actual, considerado exclusivo de las personas adultas.
Descubriremos, una vez más, que tenemos mucho que aprender de ell@s.
El tono de la narraciónnes dulce; la voz narrativa nos invita a entrar en la historia como si fueramos uno más, a escuchar y a expresar nuestra opinión. Nos invita a ser partícipes, no simples espectadores. Cualquier persona puede ser un refugiado, cualquiera de nosotros puede tener un familiar o un amigo que ha tenido que dejar su tierra natal por motivos económicos o políticos o, «simplemente» para salvar la vida.
Eso no deberíamos olvidarlo nunca y dejar de ver el problema de los refugiados como algo ajeno a nosotros.
La última escena del libro es tremendamente emotiva: l@s niñ@s deciden preparar una cama para quien lo necesite…
Las ilustraciones, en las cuales predominan los tonos pasteles, están enfocadas en los personajes, en su ropa, en sus rostros antes que en los fondos. La casa de la abuela, con su gran mesa, el suelo de baldosas viejas, la
chimenea representa un refugio seguro, en contraposición con las imágenes de casas abandonadas y trenes grises que van hacia lo desconocido. Los recuerdos del pueblo en el que l@s prim@s veranean, la habitación en la que duermen todos juntos, el tiempo compartido entre risas: todo contribuye a crear una atmosfera de armonía y unión familiar.
El papel de la abuela es fundamental; ella sabe escuchar a sus niet@s sin censurarl@s, y comparte con ell@s la sabiduría que nace de la experiencia.
Un álbum que habla de un tema serio sin caer en el dramatismo, gracias también al tono jocoso de algunas frases pronunciada por l@s niñ@s.
El autor, ya actor, dramaturgo y director teatral, es nieto de inmigrantes dispuestos a olvidar.
La ilustradora italiana Evelyn Daviddi trabaja también en el diseño y desarrollo de campañas escolares y como asesora en materia de política social.
Participó
Eva Zavaro-Bocker