Bogo el Zorro había elegido las ramas de un majestuoso árbol como lugar donde vivir.

Algo inusual para un zorro, sí, pero muy útil para Bogo: de allí podía observar todo lo que pasaba en el bosque.

Nuestro Bogo se pasaba el día mirando lo que los demás animales hacían. ¡Muchos de ellos sabían hacer cosas verdaderamente extraordinarias! Pero a él nada se le daba bien. Así que un día decidió que inventaría cosas asombrosas para poder tener todo lo que quisiera.
Su primer invento fueron unas alas para volar como los pájaros. Para crearlas usó ramas y muchas plumas, incluso una de águila, pero no solo no consiguió volar, sino que, al intentarlo, se le cayeron tres dientes y se le torció el rabo.

¡Ay Bogo! ¡No se puede tener todo! ¡A quién se le ocurre que un zorro vuele!
Bogo no se rindió y probó con un nuevo invento: lentes para ver en la oscuridad como una lechuza. Pero el cristal fabricado con lágrimas de murciélago no le sirvió para evitar el fracaso.

¡Ay Bogo! ¡No se puede tener todo! ¡A quién se le ocurre que un zorro use lentes!
El tercer invento fueron unos zancos para saltar como las ranas. Lo único que consiguió fue darse un fuerte golpe y desmayarse…
¡Ay Bogo! ¡No se puede tener todo! ¡A quién se le ocurre que un zorro salte tan alto!
Tras varios intentos y varios fracasos más, Bogo no pudo más y decidió tirar la toalla. Encerrado en su casa, no tenía ni ganas de mirar por la ventana.
Una noche, mientras todos los animales del bosque dormían, una jauría de lobos se fue acercando. Bogo, que dormía con la ventana abierta, se dio cuenta y tuvo tiempo para avisar a los demás, para que buscaran un refugio seguro hasta el amanecer.
A la mañana siguiente todos los animales, felices por estar sanos y salvos, no dejaban de elogiar a Bogo y sus grandes «inventos»: su nariz, sus orejas, su astucia y sus patas de zorro…Un relato que nos enseña que cada uno de nosotros tiene cualidades que le hacen único y especial. Compararse continuamente con los demás, no nos permite vivir tranquilamente y puede incluso hacernos olvidar de todo lo que somos capaces de hacer.
Bogo el zorro no necesita ningún invento extraordinario para demostrar su valor. Su gran olfato, su oído, su astucia y su rapidez son sus características intrínsecas que le permitirán salvar todo el bosque. Solo había que esperar el momento justo para emplearlas.
Un cuento muy útil para abordar el tema de los complejos, pero también de la diversidad como enriquecimiento. A través del personaje de Bogo, podemos hacer hincapié en la importancia de valorarse a uno mismo y a los demás, céntrandonos en lo bueno que cada uno puede aportar al grupo.Las ilustraciones de Sonja Wimmer, como siempre, son espectaculares y añaden fuerza, color y carácter a los preciosos textos de Susanna Isern.
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Una noche, mientras todos los animales del bosque dormían, una jauría de lobos se fue acercando. Bogo, que dormía con la ventana abierta, se dio cuenta y tuvo tiempo para avisar a los demás, para que buscaran un refugio seguro hasta el amanecer.
A la mañana siguiente todos los animales, felices por estar sanos y salvos, no dejaban de elogiar a Bogo y sus grandes «inventos»: su nariz, sus orejas, su astucia y sus patas de zorro…Un relato que nos enseña que cada uno de nosotros tiene cualidades que le hacen único y especial. Compararse continuamente con los demás, no nos permite vivir tranquilamente y puede incluso hacernos olvidar de todo lo que somos capaces de hacer.
Bogo el zorro no necesita ningún invento extraordinario para demostrar su valor. Su gran olfato, su oído, su astucia y su rapidez son sus características intrínsecas que le permitirán salvar todo el bosque. Solo había que esperar el momento justo para emplearlas.
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Me lo apunto. Carola Nanna en fb