
Isabelle Carrier
Editorial Juventud
+5 años
Lorenzo no es como los demás. Un día, de repente, se le cayó encima un cazo y, a partir de ese momento, Lorenzo es diferente.


El cazo no le hace a Lorenzo la vida nada fácil: se atasca, le dificulta determinadas actividades, le exige un doble esfuerzo para conseguir hacer lo que hacen los demás.
Esa complicada situación le lleva a querer esconderse, a aislarse para rehuir la mirada de la gente. Los demás empiezan a olvidarse de él.



Una historia de superación contada a través de una metáfora de fácil comprensión y con ilustraciones tiernas y divertidas.
Un cuento conmovedor, recomendado incluso por la FEAPS, la Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual.
Ideal para un acercamiento al tema de la discapacidad, perfectamente adaptable según la edad del pequeño lector, y que permite de trabajar distintos temas relacionados con la inteligencia emocional.
Un cuento que contiene una gran lección de vida: todos, en algún momento de nuestra vida, podemos encontrarnos ante dificultades que nos parecen insuperables pero, no por eso, hay que rendirse ni esconderse ni avergonzarse.
Un álbum ilustrado que también nos habla de autoestima y de resiliencia, de la importancia de convertir una adversidad en una ocasión para aprender algo más sobre nosotros mismos, en un desafío para mejorarnos y salir empoderados, conscientes de nuestros puntos fuertes.
Las personas con alguna discapacidad son muchas veces un excelente modelo de superación pero no podemos dejar que el peso de la integración recaiga exclusivamente sobre ellos, sino que cada miembro de la sociedad tiene que poner de su parte para que cada uno pueda ofrecer lo mejor de sí y no se sienta excluido.
Parece increíble pero este libro tan extraordinariamente delicado es otro de los que han sido censurados por el alcalde de Venecia (y otros alcaldes de Lombardia), junto a Pequeño azul y pequeño amarillo y Orejas de mariposa. Un hecho tan aberrante y peligroso por el cual no dejaré de indignarme y que no me cansaré de denunciar, a pesar de que a algunas “patriotas” italianas no les parezca bien que destape el clima de censura, intolerancia y odio que hay en determinados lugares de la península italiana. Si hasta hace 20 años el objetivo del acoso eran los habitantes del Sur Italia, hoy en día son los homosexuales, los extranjeros y cualquiera que no encaje en el esquema estandardizado que algunos quieren vender como el único posible.