
El monstruo que se comió la oscuridad
Joyce Dunbar (Autor), Jimmy Liao (Ilustrador)
Bárbara Fiore Editora
+4 años
Lorenzo está solo en su cuarto y no consigue dormir porque teme que debajo de su cama haya un monstruo.

Y tiene razón. Oculto en la oscuridad había un minúsculo monstruo muy hambriento.
Para calmar el hambre, el pequeño monstruo intenta comer un poco de todo: zapatillas, coches de juguetes pero son demasiados duros y no tienen un buen sabor.
Hasta que por fin da con algo que estaba delicioso: la oscuridad. Empieza a comer la oscuridad contenida en una caja pero seguía teniendo hambre, así que se come la del armario, de los sótanos y de la chimenea. Pero más crecía
más hambre tenía. Y entre bocadillos y sopas de oscuridad, no paraba de comer.
más hambre tenía. Y entre bocadillos y sopas de oscuridad, no paraba de comer.

Es tan insaciable que acaba por engullirse la oscuridad del fondo de los volcanes y ¡toda la oscuridad de la noche!

Y sin la oscuridad la vida en la Tierra ya no es la que era: los animales nocturnos ya no se despertaban y los gatos perdían su glamour sin ojos brillantes.
Y Lorenzo lloraba porque no podía dormir. Y había un solo ser en el mundo que podía ayudarle…

Esta historia no es solamente un excelente ejercicio terapéutico para tod@s aquell@s pequeñ@s que temen la oscuridad al punto de no poder conciliar el sueño, sino que lleva una situación al extremo para demostrar que la oscuridad también es necesaria.
Sin ella no veríamos brillar la luna y las estrellas y toda la naturaleza se vería afectada…y nosotros mismos. La oscuridad sirve para poder descansar, nos acuna por la noche para que podamos conciliar el sueño.
Sin ella no veríamos brillar la luna y las estrellas y toda la naturaleza se vería afectada…y nosotros mismos. La oscuridad sirve para poder descansar, nos acuna por la noche para que podamos conciliar el sueño.
Es muy tierna la imagen de este pequeño monstruo glotón que solo anhela llenar un vacío en su interior, un vacío que ni toda la oscuridad del universo puede llenar, hasta que descubre que lo único que le hace sentirse mejor es tener un amigo.
Después de sentir empatía hacia Lorenzo, su hambre se placa y pasa que acunar al niño, a dejarse mimar por él.
Después de sentir empatía hacia Lorenzo, su hambre se placa y pasa que acunar al niño, a dejarse mimar por él.
Es el primer libro de Jimmy Liao que reseño y no sé si soy capaz de explicar con palabras la intensidad y la expresividad que tienen sus ilustraciones. Trazos sencillos llenos de personalidad, con colores que se mezclan genialmente entre sí.
Este cuento desmonta la clásica imagen del monstruo, transformándolo en un ser empático y simpático, que come para llenar su vacío interior y que no se queda indiferente ante la tristeza de un niño.
Un buen recurso para que la hora de ir a la cama no sea un momento de angustia por temor a encontrar un monstruo debajo de la cama, sino de ilusión por adoptar un monstruo pequeñito que lo único que necesita es mucho cariño.
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