El país de los cuadrados y el de los triángulos estaban separados por un río. Entre ellos no había amistad, sobre todo porque los cuadrados, siempre tan cuadriculados, todos iguales y serios, se burlaban de las extrañas construcciones del país de los triángulos, gente diferente entre sí y muy alegre, que vivía en tiendas.
Hasta que el producirse de un gran terremoto revolucionó la vida de los dos pueblos. El país de los cuadrados no aguantó al temblor y se desmoronó. Junto al embajador del país de los cuadrados, enviado al país vecino a investigar el motivo por el cual el país de los triángulos tuvo mejor suerte, descubrimos la razón que hay detrás de la destrucción en el país de los cuadrados: “un marco de madera cuadrado, fijado con un clavo en cada ángulo se pliega y deforma siempre, si se presiona con fuerza”. Eso no pasa en un triángulo que puede romperse pero no deformarse.
La reconstrucción del país, que ya pasó a ser único, de debió a una acción conjunta de todos los habitantes, cuadrados y triángulos: nacieron trapecios, rombos, pentágonos y hexágonos, lo que permitió la creación de una multitud de objetos más o menos útiles.
En la segunda parte del libro conoceremos también los habitantes del país de los círculos, que comen albóndigas y melocotones y cuyo héroe nacional es Giotto.
Gracias a la nueva amistad con los triángulos, consiguen por fin jugar en condiciones al deporte nacional, el tiro al blanco, tras ponerle una punta triangular a las flechas. Y sobre todo logran construir ciudades más hermosas con arcos, bóvedas y cúpulas.
Dos cuentos inspirados en principios geométricos que hablan de diversidad y convivencia entre culturas distintas. Sobre todo enseñan cuán enriquecedora puede llegar a ser la diversidad.
De hecho cuadrados, triángulos y círculos unidos consiguen mejorarse a sí mismos y al ambiente que los rodea.
Estos cuentos me han impresionada por su originalidad y por la increíble capacidad de conjugar geometría y valores. Una obra muy cuidada, en la cual cada elemento tiene sentido y está estrictamente ligado a una figura geométrica. Las formas geométricas se prestan perfectamente a una metáfora sobre las características humanas: los cuadrados son cuadriculados y los triángulos flexibles.
A partir de 5 años es, en mi opinión, cuando los niños pueden entender más elementos de los cuentos pero, sin duda, se puede proponer a niños más pequeños. Mi hija, de hecho, se ha quedado muy concentrada escuchando la historia, sobre todo la primera que es más amena y menos técnica.
Francesco Tonucci para los que estamos concienciados con la educación respetuosa no necesita muchas presentaciones. También conocido por el seudónimo «Frato», es un pensador, psicopedagogo y dibujante italiano, autor de numerosos libros sobre educación.
Convencido de la importancia del papel del maestro, esencial en la educación de los niños, ya que algunos niños acaban por pasar más tiempo con los maestros que con sus propios padres, aboga por potenciar la relación entre la familia y la escuela.
También considera necesario un cambio de modelo educativo para tener en cuenta las competencias del niño, escuchar sus necesidades y fomentar la cooperación entre compañeros, como base de las competencias sociales.
Para él «la escuela debe ser un lugar bello, donde se pueda respirar cultura, haya música, arte, sea agradable y cómoda. Debe preocuparse por ofrecer a todo el mundo aquellas bases, aquellas motivaciones, aquellos modelos culturales imprescindibles para construirse en patrimonio de conocimiento, habilidades y competencias”.
Es uno de los principales críticos del sistema escolar que prevé deberes tras las clases, quitando tiempo indispensable al ocio, como momento de enriquecimiento personal de los niños.
En 1991 llevó a cabo en Fano, su pueblo natal, el proyecto Ciudad de los Niños, una ciudad pensada a la medida de los niños. Ese proyecto tuvo mucho éxito y se replicó en distintos lugares del mundo.
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es muy bueno ese libro me encanta.