+8 años
Max, tumbado en su cama, se pregunta dónde duerme la luna cuando él no puede verla en el cielo. Pero esta noche de reflexiones nocturnas no se parece a las demás porque, mientras está profundamente dormido, se siente empujado por una fuerza imparable a buscar la luna.
Siguiendo el hilo de sus pensamientos, que se materializa en un pelo-flecha que surge de una de sus cejas, empezará una aventura inolvidable en la que conocerá a nuevos amigos que le ayudarán a encontrar lo que realmente estaba buscando: algo que se halla escondido en lo más profundo de su ser. Max hará muchas preguntas y recibirá muchas respuestas que le harán reflexionar sobre el sentido de la vida, en un diálogo profundo consigo mismo.

Un álbum ilustrado muy peculiar que nos guía a descubrir el sentido de nuestra existencia. Nuestro protagonista se dejará guiar por un búfalo, una ballena, un oso, un lagarto y un cangrejo que le ayudarán a adentrarse en un mundo onírico en el que conseguirá tener una visión más clara de la realidad.
Las ilustraciones nos muestran a nivel visual ese pasaje entre los dos mundos: el mundo real poco a poco va perdiendo sus detalles para convertirse en una interpretación esquemática del mismo. El mundo onírico, que es el que ofrecerá a Max las correctas claves de lectura, se caracteriza por colores brillantes y realistas.
Max es un niño que, como muchos niños y niñas de su edad, se pone preguntas cada vez más complejas y filosóficas. Es durante la infancia cuando empiezan a aparecer dudas de no inmediata solución y la búsqueda de respuestas es incesante.
«¿Sabes
adónde voy?»
«Max, aquí tienes campo para correr».
El diálogo entre Max y un búfalo es clave para el relato. La pregunta del protagonista es mucho más profunda de lo que parece: es un interrogante clave sobre el sentido de la vida. Y la respuesta del animal responde exactamente a esa duda, aunque en ese momento Max no consigue entenderlo.
Max acaba de empezar el recorrido de su vida y la mejor (y única) manera para ver hacia dónde va su vida es vivirla. La vida está hecha de exploración, intentos, errores.
Imposible no pensar en Antonio Machado y sus inolvidables versos:
Caminante,
son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Tras atravesar desiertos y bosques, Max llegará al océano, “el origen de todos los ríos y las lluvias”. Allí encontrará a una ballena a la cual, desconcertado, preguntará por qué ha llegado hasta allí y la respuesta será: “Has llegado para nadar”.
El mar es la perfecta representación del ciclo de la vida: toda el agua del mundo llega allí pero no allí no se queda, sino que sigue su viaje, evaporando y volviendo a llenar ríos y lagos, a través de la lluvia y otras precipitaciones.
Al final el sentido de la vida es este: estamos en el mundo para vivir la vida,
nada más (y nada menos).
El cangrejo dará la respuesta definitiva a la pregunta que ha impulsado el viaje de Max, dónde se encontraba el paradero de la luna:
“Todos
llevamos una luna llena en el interior”.

La Luna representa el sentido mismo de la vida, ambos son algo que parece inalcanzable pero que inevitablemente nos atrae. Para encontrar el sentido de la vida tenemos que hacer algo sencillo y complicado a la vez: mirar en nuestro interior. Es allí que se halla la respuesta.
Un álbum ilustrado que recomiendo a partir de los 8 años porque es la edad en las que empiezan los interrogantes filosóficos pero que se puede leer a diferentes niveles, así que resulta muy adecuado también para adolescentes en búsqueda de respuestas.
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Interesante
A mi hijo le encantan los animales, sería genial.
En FB soy Julia Berlanga.