Una fría noche de invierno, emergiendo desde la oscuridad del bosque, una niña llama con insistencia a la puerta de Griselda.
Griselda, acostumbrada a vivir sola y a disfrutar de la soledad, está decidida a impedir que alguien molestara su momento de relax en frente de la chimenea. Pero, ante la insistencia de la pequeña, no le queda otra que abrir.
La niña necesita un sitio en el que resguardarse del frío de la noche y Griselda accede a que se quede unas pocas horas en su casa. Cuando, al día siguiente, la niña retoma su camino, Griselda se siente aliviada, convencida de poder volver a su tranquila rutina. Pronto se dará cuenta de que la pequeña ha dejado huella en su corazón…
Una historia que habla directamente al corazón de lectores y lectoras.
Un relato hecho de sentimientos, de colores, de olores, de contrastes: frío/calor, dentro/fuera, día/noche, blanco/negro. Un cuento que nos habla de solidaridad, de sueños, de empatía y de confianza.
Un relato hecho de silencios y de carencias.
Griselda vive alejada del mundo y se escuda en su soledad para protegerse de los sentimientos que no siempre se pueden controlar.
La niña también está sola, pero no por voluntad propia, sino que ha tenido que alejarse de su tierra y de su hogar porque allí ya no quedaba nadie que pudiera cuidar de ella. Emprende un viaje que no sabe dónde la llevará, buscando el calor humano.
Sus destinos acaban por cruzarse en la puerta de la casa de Griselda que para ella representa una fortaleza inexpugnable, pero que para la niña representa la esperanza. El primer impulso de Griselda es proteger su intimidad y su soledad pero hay algo que le hace decidir dejar entrar a la niña.
Imposible no pensar en la situación de niños y niñas de Siria y otras zonas de guerra que se ven obligados a dejar sus casas (o lo que queda de ellas) y enfrentar un destino lleno de incógnitas, en búsqueda de un lugar en el que sentirse a salvo, confiando su vida a la solidaridad de desconocid@s.
Y, como le pasa a Griselda, la desconfianza y el miedo a tener que renunciar a nuestra vida cómoda, no siempre nos dejan abrir la puerta de nuestro corazón a los demás. Pero hay algo que nos empuja a sentir empatía y a ponernos en el lugar del otro: el sentimiento de humanidad.
Griselda no solo deja que la niña entre, sino que se preocupa por prepararle un poco de leche caliente, teme que durmiendo en un colchón en el suelo de la cocina pase frío y acaba llevándola a su cama.
Los sueños de Griselda y de la niña se fundirán y Griselda soñará con los recuerdos de la pequeña: los de un mundo en el que l@s niñ@s juegan y l@s adult@s ríen felices. Los juegos y las risas hace de aquellas casas unos hogares.
La solitaria Griselda vuelve así a sentirse parte de un grupo y a valorar las relaciones humanas. Retoma contacto con su niña interior, esa niña que tantos años de soledad habían callado pero que seguía allí. Después de haber compartido pocas horas con aquella niña necesitada de amor, su vida no volverá a ser la misma.
Se da cuenta de que su soledad se había vuelto una prisión que no le permitía disfrutar de lo más lindo de la vida: el amor. Y, una vez que lo ha conocido, y además en su forma más pura como la del cariño de una niña que necesita ayuda, ya no puede renunciar a él.
Su vida cambiará para siempre.
Vuelven en ella las ganas de soñar, de viajar, de conocer. La nieve brilla bajo el sol el día en el que Griselda y la niña empiezan su viaje.
Annika Thor y Maria Jönsson han conseguido unir sus voces y su arte, creando un álbum ilustrado emotivo y muy cuidado. A lo largo del libro, los colores se van modificando de la misma forma que lo hacen los sentimientos de las protagonistas. Así, los tonos blancos y negros predominantes en las primeras páginas se ven sustituidos por los tonos cálidos de los amarillos y los naranjas.
El rojo de la ropa, los recuerdos y los sueños de la niña irrumpe en la gris monotonía de Griselda, de la misma forma que la inocente sonrisa infantil consigue derretir el corazón de la mujer. El camino que Griselda y la niña deciden recorrer juntas se llena de colores, símbolo de la esperanza de un futuro mejor.
Un álbum que nos permite hablar con niños y niñas de temas difíciles y duros, pero desde un enfoque cercano y esperanzador. Una historia que nos lleva a un mundo lejano y al mismo tiempo nos permite mirar dentro de
nosotr@s.
Un cuento conmovedor, fruto del encuentro de dos grandes profesionales, merecidamente galardonado en Suecia con el Premio «Elsa Beskow» 2015 al «Mejor Libro Infantil Ilustrado».
Además se trata de un álbum solidario ya que con la compra de este libro la Editorial Gato Sueco destinará 1 euro a
«Pallasos en rebeldía», una asociación de artistas voluntarios que lleva risas y diversión a campos de refugiados y zonas de conflicto. Os invito a visitar su
web para descubrir su maravillosa labor.
Por su gran compromiso social y por ofrecer al público hispanohablante la gran oportunidad de conocer la fascinante literatura infantil nórdica, nos sentimos tan en sintonía con la Editorial Gato Sueco, que hemos apoyado y valorado desde el primer libro que ha publicado, hace ya un año.
Si te gusta y quieres comprarlo online en una web de confianza, lo encuentras AQUÍ.
Es una historia muy bonita y las ilustraciones son muy chulas. Me encanta!!
Me gustaría leerlo. Inés Rúa en facebook.
Oh qué maravilla!en Facebook soy Covadonga Fernández Álvarez
Historias co.o esta son las que tenemos que compartir con nuestros hijos �� En Facebook soy Itziar Castanedo
Muy chulo. Ana LF