Malena Ballena
+4 años
Todos los miércoles, Malena iba a natación. La niña intentaba ser siempre la última en meterse en la piscina porque, cada vez que se tiraba al agua, provocaba una enorme ola. Sus compañeras de natación se reían de ella. «¡Malena es una ballena!«, le gritaban.
Malena se sentía triste. Sufría por ser objeto de burla de parte de las demás niñas. Ya no quería nadar.
Una tarde, el monitor de natación la llamó después de la clase para saber qué le pasaba. Malena se sinceró con él: estaba convencida de no ser capaz de nadar porque pesaba demasiado.
El monitor la animó: para nadar bien solo le hacía falta concentrarse y pensar que era ligera.
Somos lo que pensamos que somos.
Malena no estaba muy convencida, aun así decidió intentarlo.
Por la noche, en su cama, imaginó ser un erizo a punto de hibernar, y se durmió enseguida. Al día siguiente, en clase de gimnasia, imaginando ser un canguro, consiguió saltar muy alto e incluso se terminó todas las zanahorias porque imaginó ser un conejo.
¡El método funcionaba!
¿Por qué no aplicarlo entonces el miércoles siguiente en la piscina?
Ahora piensa que, en el agua, es ligera como una sardina o un tiburón, y cuando se tira de cabeza piensa que es un cohete y entonces no salpica.
Y se atreve a pensar incluso que es una superballena, porque en el fondo, ya no le importa lo que piensan los demás; lo realmente importante es la opinión que ella tiene de sí misma.
Davide Calì ha creado un personaje entrañable que nos acerca a un tema delicado con sentido del humor, desde el respeto y el fomento de la autoestima. Las ilustraciones, de la artista rusa
son también alegres, vivas y perfectamente en línea con el tono general del álbum.Este cuento puede ser una gran herramienta a la hora de ayudar a l@s más pequeñ@s a trabajar su amor propio, su autoestima y también el respeto por los demás. Un mensaje poderoso que enseña que, para conseguir nuestros objetivos, lo primordial es confiar en nuestras posibilidades, sin centrarnos en nuestras limitaciones.
Malena, gracias a la ayuda de un educador, consigue transformar esa característica física objeto de burlas por parte de su entorno en su fortaleza y hacer callar así a sus acosadoras.
La imagen que tenemos de nosotros, ese autoconcepto que se construye fundamentalmente durante la infancia a través de la mirada de nuestras figuras de apego, determina cómo nos enfrentamos a la vida, sobre todo cuando se nos presentan unas situaciones adversas.
El papel de los adultos de referencia (progenitores, educadores…) es de absoluta importancia: de su sensibilidad y su capacidad de detectar a tiempo situaciones de acoso depende el correcto desarrollo físico y mental l@s peques.
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