Reseña: «Todos a la mesa»

Todos a la mesa

Lucía Serrano
ANAYA Infantil y Juvenil

+2 años

¡Con la comida no se juega!

A muchos de nosotros esta frase nos resulta muy familiar.
 
A Paula, la protagonista de este libro, también. Y además está un poco cansada de que sus padres se la digan cuando es obvio que la culpa no es suya. Ella está sentadita en su silla, más que dispuesta a empezar a comer, pero la comida no colabora para nada. Es más, todos los alimentos tienen unas irrefrenables ganas de jugar (¡los espaguetis se ponen incluso a bailar salsa!) y Paula así, de verdad, que no puede comer.
Un libro de cartón, con poco texto y dibujos hilarantes, que ayuda a convertir el rato de la comida en un juego.
Por nuestro bagaje cultural y la educación que hemos recibido, el momento de la comida ha sido un momento casi sagrado. No se habla, no se juega, no hay que levantarse de la mesa si no se ha terminado lo que hay en el plato. Y cosas peores…
Afortunadamente hoy en día la mentalidad está cambiando, gracias a la labor de pediatras como Carlos González, que nos hacen entender que transformar la comida en un momento de enfrentamiento (¡come!/¡no quiero comer!) es contraproducente.
Comer debería ser un placer y si un niño no come (así como un adulto) es porque no tiene hambre. Punto.
Hay que confiar más en nuestros hijos y dejar de lado los miedos del «mi hijo no come nada».
Cuando mi hija pasó por su fase de comer muy poco y de tomar otra vez (a sus casi dos años) casi exclusivamente leche materna, cediendo a las presiones de mi entorno, la llevé a la consulta de un pediatra. Él primero me dijo que me tranquilizara, que sentara a la niña con nosotros a la mesa y le ofreciera, sin insistir, trocitos de la misma comida que comíamos nosotros. Aunque al principio los usara solo para jugar, poquito a poco iría mostrando otra vez interés hacia la comida. El proceso duró unos meses pero fue exactamente como me dijo el pediatra.
Entre las actividades propuestas en la web de ANAYA para este libro, tenemos una que es de verdad muy útil: convertir el rato de la comida en un juego. En este modo todo el proceso se hace más entretenido y se convierte en una ocasión más para disfrutar en familia.
Otra actividad propuesta es la de preguntar a los niños cuál es su comida favorita y de realizar un dibujo en el que cobre vida, como le ha pasado a Paula.
A esas actividades me gustaría añadir otra: involucrar a los peques en la preparación de la comida. El método Montessori, por ejemplo, lo considera imprescindible y útil para que el niño vaya conquistando su autonomía. Al mismo tiempo es un modo para desarrollar la motricidad fina, mejorar el vocabulario, aprender números y cantidades: un aprendizaje muy completo. Sintiéndose parte activa del proceso de elaboración de los alimentos, l@s peques se mostrarán también más interesados a la hora de probar el resultado.
Inútil deciros que a mi hija el libro le ha encantado, ya se sabe las frases de memoria. Le encanta mirarme con cara seria y decirme: «¡Con la comida no se juega!»
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