
En el blog hay un listado de libros sobre crianza respetuosa cuya lectura aconsejo a padres, madres y educadores/as.
Es una entrada que escribí hace más de un año pero se trata de una lista cerrada, ya que, como siempre, estoy encantada de ampliar mis conocimientos y dispuesta a incluir más libros, si necesario.
Dos seguidoras del blog me escribieron para pedir mi opinión sobre «El cerebro del niño«, el bestseller del momento (en España, porque en EEUU se publicó en 2011), que se anuncia como una «guía magistral y fácil de leer para ayudar a desarrollar la inteligencia emocional de los niños«.
El autor, Daniel Siegel, es neuropsiquiatra e intenta vender un método innovador «para enfrentarse a las luchas cotidianas» y «cultivar un desarrollo emocional e intelectual sano para que los niños puedan tener una vida equilibrada, significativa y conectada«.
Podría decir muchas cosas sobre este libro, uno de los pocos que en mi vida no he terminado de leer, pero me resultaba inaguantable seguir con su lectura.
¿En serio lo que queremos para nuestros hijos es «ayudar a su cerebro a estar más integrado para que puedan sacar el máximo rendimiento a sus recursos mentales»? ¿Cómo pretendemos que sea compatible con la crianza
respetuosa la idea que la rivalidad entre hermanos, las rabietas, la desobedencia (sic), las batallas para los deberes (sic), las cuestiones de disciplina complican la crianza? Inútil decir que el objetivo de este libro es que criemos hijos que «progresen intelectual y socialmente«, nada más lejos de los objetivos de la crianza respetuosa.
respetuosa la idea que la rivalidad entre hermanos, las rabietas, la desobedencia (sic), las batallas para los deberes (sic), las cuestiones de disciplina complican la crianza? Inútil decir que el objetivo de este libro es que criemos hijos que «progresen intelectual y socialmente«, nada más lejos de los objetivos de la crianza respetuosa.
Como todo aquel que intenta parecer respetuoso pero no lo es, siempre hay algo que acaba delatándolo. Como cuando habla de la importancia de tener un cerebro «integrado» para «una mejor toma de decisiones, un mayor control del cuerpo y las emociones, una comprensión de uno mismo más plena, unas relaciones más sólidas y un buen rendimiento escolar«.
Por no hablar de cuando intenta explicar la salud mental como un «río de bienestar» en el que los niños se mueven con sus «canoítas«. Digno de Coelho.
En el segundo capítulo Siegel cuenta de una niña de 4 años que no quiere ir al cole y vomita cuando la dejan allí, el padre la lleva a rastra y la deja allí mientras ella grita: «¡Me moriré si me dejas!», su opinión es que «esta clase de ansiedad ante la separación es muy normal en los niños pequeños«.
¿En serio considera que eso es normal?
Podría seguir analizando todo el libro pero creo que no hace falta porque ya has entendido de qué va.
Pero sí me gustaría reflejar aquí la opinión que el pediatra Carlos Gonzalez, con el cual casi siempre estoy de acuerdo, sobre la neurociencia, con su
respuesta a la pregunta: «¿Qué rol cumplen las neurociencias en la crianza?«
respuesta a la pregunta: «¿Qué rol cumplen las neurociencias en la crianza?«
«Pues no sé. A veces se habla de que el contacto con los padres puede estimular el
desarrollo del cerebro del bebé, pero no me preocupa. Es decir, yo no abrazo a mis hijos y no paso tiempo con ellos porque así serán más inteligentes, sino porque les amo, así como a mi esposa. Si los científicos demostrasen que las esposas a las que se trata con cariño y respeto son más inteligentes, o tienen menos colesterol, o cualquier otra ventaja, yo contestaría ‘pues gracias por la información, pero ya lo estaba haciendo’. Es más, si fuera al revés, si demostrasen que gritar e insultar a mi esposa le baja el colesterol, yo no lo haría. Lo siento».
desarrollo del cerebro del bebé, pero no me preocupa. Es decir, yo no abrazo a mis hijos y no paso tiempo con ellos porque así serán más inteligentes, sino porque les amo, así como a mi esposa. Si los científicos demostrasen que las esposas a las que se trata con cariño y respeto son más inteligentes, o tienen menos colesterol, o cualquier otra ventaja, yo contestaría ‘pues gracias por la información, pero ya lo estaba haciendo’. Es más, si fuera al revés, si demostrasen que gritar e insultar a mi esposa le baja el colesterol, yo no lo haría. Lo siento».
Puedes leer la entrevista completa aquí.
No habría sabido explicarlo más claramente.
Los padres y las madres que aplicamos la crianza respetuosa no necesitamos de ningún gurú.
La crianza respetuosa es lo más natural, seguimos nuestro instinto y hacemos lo que nos dicta nuestro corazón.
La crianza respetuosa es lo más natural, seguimos nuestro instinto y hacemos lo que nos dicta nuestro corazón.
Una vez más, cuidado con lo que intentan vendernos, sean neuropsiquiatras o blogueros.Aunque no me guste el enfoque de Siegel porque choca con los principios de la crianza respetuosa, respeto su trabajo y su trayectoria profesional.
Sus libros se basan en sus estudios sobre neurociencias, llevados a cabo en la Universidad de Harvard donde se licenció en Medicina.
Pero me cuesta encontrar legitimación para quienes imparten cursos hablando de disciplina positiva y neurociencias sin tener licenciatura ni en Psicología ni en Medicina. Haber leído durante un verano unos cuantos libros sobre el tema no me parece suficiente para convertirse en experto, y menos para impartir cursos. Tampoco tener hij@s lo es (aunque a lo mejor, algún día lo convalidan como prácticas ?)
Sus libros se basan en sus estudios sobre neurociencias, llevados a cabo en la Universidad de Harvard donde se licenció en Medicina.
Pero me cuesta encontrar legitimación para quienes imparten cursos hablando de disciplina positiva y neurociencias sin tener licenciatura ni en Psicología ni en Medicina. Haber leído durante un verano unos cuantos libros sobre el tema no me parece suficiente para convertirse en experto, y menos para impartir cursos. Tampoco tener hij@s lo es (aunque a lo mejor, algún día lo convalidan como prácticas ?)
Muy de acuerdo con tu comentario!!! A veces compramos la moda y nos damos cuenta del trasfondo.