«El cerebro del niño explicado a los padres» VS crianza respetuosa

Álvaro Bilbao

Edición Plataforma

La crianza respetuosa es un recorrido lleno de obstáculos no porque sea complicado criar a nuestros hijos con amor, sino por la cantidad de mensajes contradictorios que nos llegan a los padres.

Y, lo que es peor, muchas veces van disfrazados de respetuosos.
A alguien como Estivill lo ves venir, su método de entrenamiento del sueño es tan descaradamente cruel que ya hoy en día no hay muchos padres que caigan en su trampa.
Pero hace un tiempo que se han puesto de moda libros de neuropsicólogos que, con la excusa de explicarnos cómo funciona el cerebro de l@s niñ@s, nos dan consejos no solicitados, a través de mensajes más o menos subliminales, que chocan con los principios de la crianza respetuosa.
Prometo que mi objetivo en la vida no es coleccionar nuevos enemigos pero, como muchas veces me pasa, no soy capaz de callarme, sobre todo al ver que algunas personas (no solo blogueras que se improvisan psicólogas, sino incluso profesionales de la salud titulados) aconsejan en sus páginas esos libros como si de verdad resultaran beneficiosos para padres y madres que han elegido la crianza respetuosa.
Así que, después de haber destapado las contradicciones de «El cerebro del niño» de Siegel, hoy le toca a otro libro aconsejadísimo por los pseudo-respetuosos: «El cerebro del niño explicado a los padres» de Álvaro Bilbao.
Confieso que hasta ahora no lo había leído porque coincido con Carlos González cuando afirma que la neurociencia no tiene nada que aportar a la crianza respetuosa.
Pero gracias a Laura Estremera, autora de «Criando» (libro que, por cierto, sí recomiendo) y sus siempre interesantes aportaciones a las comunidades virtuales en las cuales coincidimos, he ido conociendo algunas partes de la obra de Álvaro Bilbao que me han chocado y he decidido profundizar.
El libro empieza con una introducción maravillosa sobre la gran suerte y la gran responsabilidad que conlleva educar a un niño, afirmación con la cual cualquier padre y madre enamorado de su(s) hijo(s) no puede no estar de acuerdo.
Pero, claro, nadie compraría un libro que solo cuenta algo que ya sabemos, así que nuestro neuropsicólogo se apresura a afirmar que está en manos de los padres desarrollar la inteligencia de su(s) hijo/s), ya que solo el 50% está determinada por los genes. Y ya nos encontramos con la primera crítica a la crianza respetuosa (que el autor no es capaz de diferenciar del permisivismo) mezclando conceptos como límites, frustración y recompensas.
 
Este libro consta de casi 300 páginas y no voy a poder examinar una por una todas las partes que contradicen los principios de la crianza respetuosa pero, para que te hagas una idea, es todo lo contrario de un libro de Carlos González. Leyendo a González creo que casi tod@s l@s que practicamos la crianza respetuosa nos sentimos identificados y comprendidos, en este libro hay que estar siempre muy atentos porque hay muchas «trampas».
Si por un lado se critica la estimulación temprana, la tendencia a sobrediagnosticar el déficit de atención y el uso excesivo de medicación en niñ@s, por otro lado hay un tono demasiado acusatorio hacia algunos padres que él define «fundamentalistas». Y acaba comparando el destete prematuro o un abrazo no dado con una noche sin pomada del culito…
Desde el punto de vista de la crianza respetuosa, hay tantas incongruencias que su lectura resulta agobiante, sobre todo cuando trata temas fundamentales para el desarrollo sano y equilibrado de un niño como la lactancia materna, el colecho, el contacto físico con el bebé y los límites. Porque, al parecer, poner pocos límites (me gustaría saber quién decide qué cantidad de límites es la adecuada) también es una actitud fundamentalista.
Uno de los principios de la crianza respetuosa es que el niño no haga algo para conseguir el amor de sus padres, ya que el amor paterno-filial debería ser incondicional, algo que el autor de este libro no tiene tan claro.
Cuando he llegado al refuerzo de las conductas positivas y a los premios en la educación, juro que no quería seguir leyendo. El conductismo es exactamente lo opuesto de todo lo que se defiende desde la crianza respetuosa.

 

Algunas de las recompensas que él define como «eficaces» se dan solo para reforzar una conducta, como «pasar tiempo jugando a lo que el niño quiera«. En otras palabras, si haces lo que yo diga (reordenar tu cuarto, obedecer, comer todo lo que hay en el plato) juego contigo o te doy un privilegio (el tristísimo ejemplo propuesto es «elegir la cena«, lo que me hace entender que en esa casa el niño no tiene ni la libertad de decidir qué comer).
Pero el peor ejemplo para mí, que soy una apasionada de literatura infantil, es ofrecer como recompensa el leer dos cuentos en lugar de uno.
Si alguien me explica cómo una recompensa, que el autor define una «consecuencia agradable«, puede ayudar a que un comportamiento deseable se repita «espóntaneamente«, se lo agradecería…
El capítulo dedicado a la diferencia entre castigos y consecuencias naturales tampoco tiene desperdicio.
El autor no es capaz de posicionarse de manera clara en contra de los castigos, como le pasa a la mayoría de las personas que buscan vender su producto y complacer al mayor número de personas posible. Pone el ejemplo de su hijo que tardaba mucho tiempo en acabar la cena (a él y a su esposa les molestaba que el niño fuera a la cama a la misma hora que ellos), así que decidió establecer unilteralmente una norma: hay que acabar la cena en máximo 45 minutos. El niño tardó más, el padre leyó el cuento solo y que el peque y su hermana llorasen reclamando su cuento le dio igual, tenían que superar la que define una «pequeña frustración«. Si esto no es un castigo…
Vaya, que eso no lo he visto ni en los peores episodios de SuperNanny (por cierto, desde que soy madre no soy capaz de ver ni 5 minutos de ese programa tan cruel).
Otro tema que choca con la crianza respetuosa es la de obligar al niño a pedir disculpas, algo no solo irrespetuoso sino inútil si no sale del niño. Y cuando digo obligar, digo hacer caso omiso de lloros y súplicas. Seguro que hay un método menos traumático para hacer entender a tu hijo que no hay que llevarse juguetes ajenos. Se me saltaron las lágrimas leyendo la historia del pobre Miguel. ¿Es posible que hemos perdido toda capacidad de ponernos en la piel de un niño y sentir un poco de empatía?
Por si no lo sabías, los límites nos muestran «el lado más oscuro de cualquier niño«. Y además si no le pones la justa cantidad de límites a tu hijo, acabarás dañando la región prefontral de su cerebro y lo convertirás en un adulto incapaz de respetar las normas sociales (vamos, en un psicópata). Y todo eso sustentado «ciéntificamente» en su «opinión y desde la perspectiva de los educadores más importantes«. Si eso no te ha convencido, es que eres un padre o una madre fundamentalista que no quiere la felicidad de su hijo.
Vamos ya por el primer tercio del libro y la única referencia a un estudio científico ha sido al de una investigación sueca en la que se ha demostrado que «hay mejores alternativas a la esterilización del chupete«. Claro, ¿para qué esterilizarlo o lavarlo cuando puedes chupar tú mismo el chupete caído al suelo antes de devolvérselo al niño y así inmunizar a tu hijo contra asma y eccema de piel? ?
Voy a poner el último ejemplo de las barbaridades que se afirman en este libro y estoy segura de que cualquier madre coincidirá conmigo, sobre todo las que han amamantado a su(s) hijo(s).
De hecho, esta ha sido la página a la cual hacía referencia Laura Estremera en el grupo y que ha hecho saltar todas las alarmas.
El ejemplo elegido para explicar los límites no habría podido ser más desafortunado: enseñar a un bebé de 3 meses a esperar «calmadamente durante períodos cortos de tiempo antes de recibir su toma«.
En primer lugar, si el bebé llega a llorar, algo ya ha fallado en nuestra respuesta porque hay varias señales previas que demuestran que está pidiendo teta. Si estuvieramos hablando de un niño de 3 años, estaría de acuerdo, se le puede hablar, explicar, entretener de otra forma, pero no a un bebé de tan corta edad. Cuando la OMS habla de lactancia a demanda, entiende decir exactamente eso: «a demanda», es decir cuando el niño lo pide. Una de las ventajas de la lactancia materna es que casi en todas las circustancias se puede satisfacer inmediatamente la necesidad del bebé. Y en la cola del autobús que se menciona en el ejemplo, sí se puede dar el pecho, sobre todo si porteas.
¡A un bebé de 3 meses no se le pueden poner límites en su necesidad de comida, sueño o consuelo ni enseñar a ser paciente!
Si por un lado se intenta ensalzar la empatía, por otro, en muchos de los ejemplos propuestos, la falta de empatía brilla por su ausencia; se habla de la importancia del ejemplo pero al mismo tiempo se justifican las «mentirijillas» de los padres para conseguir su objetivo; se subrayan los beneficios de la lectura compartida pero al mismo tiempo se usa el cuento de las buenas noches como chantaje…
Me resulta muy curioso y contradictorio que «Bésame mucho» de Carlos González, un libro imprescindible para criar con respeto, figure en la biografía de este libro con el cual no comparte prácticamente nada.Y hasta aquí llega mi análisis porque estoy cansada. Cansada de que se sigan publicando libros como este, que se hagan pasar por científicos y/o respetuosos, que se siga engañando a padres y madres que a diario se esfuerzan por ser mejores progenitores. Si alguien ha conseguido llegar hasta el final y hay partes en líneas con la crianza respetuosa, que me avise.
Mi opinión es que la lectura de este libro no está para nada aconsejada para familias que ya han elegido la crianza respetuosa (les hará pasar solo malos ratos, como me ocurrió a mí). Además puede llegar a confundir a las personas que todavía no tienen claros cuáles son las bases de este tipo de crianza y/o que sufren críticas por parte de su entorno por tratar a su hijo/a como a un ser humano digno de respeto.
A nadie le gusta escuchar que está criando a sus hijos de forma irrespetuosa; casi todos estamos convencidos de estar haciéndolo bien o por lo menos lo mejor que podamos, por eso hoy está tan de moda la «crianza respetuosa». El problema es que, para complacer a un público amplio, se rebasan los niveles de lo que se considera «respetuoso». Poco falta que nos digan que si nuestro hijo sobrevive, significa que lo estamos criando con amor y respeto.
Libros como este anulan por completo la esencia de la crianza respetuosa y además enjuician a los padres respetuosos tachándoles de extremistas, intentado crear un innecesario sentimiento de culpabilidad en l@s que queremos respetar las necesidades de nuestr@s peques.
Criar con respeto sería lo más fácil del mundo si no hubiera tanta gente empeñada en alejarnos del sentido común y del amor que, al fin y al cabo, son lo único que hace falta para criar hij@s felices y emocionalmente equilibrados.Si me sigues, sabes que no suelo hablar de libros que no me gustan. Si un libro infantil está en el blog es porque lo considero lindo y respetuoso; ya sabes, si un libro considerado imprescindible no cuenta con su reseña en el blog es porque pienso que es mejor prescindir de él. A pesar de haber recibido solicitudes expresas, siempre he rechazado crear una «lista negra» de libros infantiles no recomendables (pero, claro, si alguien me pregunta si un libro en concreto es respetuoso o no, doy mi opinión sincera). Pero en el caso de libros de crianza que quieren hacerse pasar por respetuosos, no puedo mirar hacia otro lado porque hay miles de padres que los leen y aplican sus contenidos perjudiciales con la más completa buena fe.
Si queremos usar una palabra de moda, este libro es un claro ejemplo de mansplaning. Por si no lo sabías, las mujeres (el libro pone muchos ejemplos de madres que, según el autor, están equivocadas) no somos capaces de ser madres siguiendo nuestro instinto, necesitamos a un varón, sabio por definición, que nos guíe e ilumine. ?
También queda patente que l@s psicólog@s y l@s bloguer@s que recomiendan este libro no comparten los principios de la crianza respetuosa porque cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento en este campo se daría cuenta de las graves incongruencias presentes en esta obra.

Ya sería hora de ser honesto/a con vuestr@s seguidores/as y explicar vuestra verdadera postura sobre crianza. Este popurrí entre Montessori, Waldorf, disciplina positiva y neurociencias con tal de venderos como expert@s (en todo y en nada) solo resulta beneficioso para vuestros bolsillos.P.D. Creo haberlo dejado más que claro a lo largo de todo el artículo pero en algunos casos repetita iuvant (y evita malentendidos). Las críticas a este libro se han hecho desde el enfoque de la crianza respetuosa. No pongo en duda que pueda resultar útil a personas que optan por aplicar otros enfoques educativos.

P.D. La crianza respetuosa implica respeto hacia la cría, no significa callar y aceptar cualquier modelo educativo de otros padres, incluso cuando no respeta las necesidades y los derechos de l@s niñ@s.

4 opiniones en “«El cerebro del niño explicado a los padres» VS crianza respetuosa”

  1. Cuando lei lo del bebe de 3 meses en el autobus y la lactancia, directamente deje de leer el libro. Me ha encantado tu crítica, le has puesto letras a mis pensamientos mientras me leía el libro

  2. Gracias por tu artículo. Había visto el libro y me llamaba la atención, pero aunque al principio de este artículo pensé, qué exagerada, no será tanto, veo que no, no eras exagerada. Gracias de nuevo por ahorrarme el comprarlo. Miraré tu artículo sobre el de Siegel que de él leí otro que me gustó mucho, a ver sus incongruencias. Posiblemente, otro ahorro de dinero.

  3. Hola! Justo hoy me regalaron ese libro, por pensar (tanto la persona que me lo regaló como hasta yo) que iba en línea con la Crianza Respetuosa, la cual también "practico". Y leyéndote recordé el "ruido" que me hizo una parte del libro de Daniel Siegel "El cerebro del Niño"… Yo primero me leí de él "Disciplina sin lágrimas" y me REencantó PERO luego al leerte este otro encontré una incoherencia puesto que afirma que un niño puede llegar a manipular, todo lo contrario al otro libro. Entonces, no quedé clara respecto a lo que quiere decirnos el autor. Así que simplemente asumí que sí, un niño puede "aprender" a manipular pero sólo sí esta ha sido siempre la forma de relacionarnos primero nosotros con ellos; a través del chantaje, del castigo, etc. Me gustaría conocer tu opinión sobre este otro autor. Y por cierto, también respecto a Jane Nelsen. (No sé si recibo notificación en cuanto tenga tu respuesta espero que sí)

    Saludos!

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